domingo, 27 de mayo de 2007

LA HIJA DEL RELOJERO...



Cambio de estación, cambio de temporada y cambio de armario, de fondo de armario? a mí me gustaría cambiarlo entero, una operación, una pieza, un esfuerzo... y ya está.
Necesito demasiado tiempo para guardar tantas cosas, y no lo tengo. Es una tarea ardua que empieza días antes, comprar bolsas de almacenamiento masivo, las de mantas son las mejores, mientras vuelves con ellas pensando que esa misma tarde lo tendrás todo listo. Hasta el fin de semana no será posible.

Vaciando un armario de todos lo que hay en casa descubro un montón de ropa que aunque hubiera venido una época glaciar ni siquiera hubiera encontrado, tan al fondo, tan amontonada y tan desapercibida que lleva todo el invierno con nosotros y nosotros sin darnos cuenta, ¿por qué tenemos tanta ropa así, de lana, de cuello alto y de forro polar si aquí, al lado del mar no nos hace falta? creo que el error está en que, si no soy una compradora compulsiva (es díficil, pero lo llevo bien, gracias, la familia bien), me cuesta mucho desprenderme de las cosas, por horribles y absurdas que puedan llegar a parecerme años después...
Me gustan las camisetas-logo (I'm yours, Be weird, Everybody loves a swinger, Pocker face, I'm your fan, Angry little girl, I need holidays, Let's play), las de grupos musicales, los cómics y las de rayas, y me gustan tanto, que soy incapaz de tirarlas, aunque algunas pasen al cajón de las camisetas viejas o incluso sirvan para tapar a los niñ@s adoptad@s en las noches de invierno, así dejan de ser mías sin perderlas de vista.

Entre todas las cosas re-descubiertas ha aparecido una chaqueta beige y naranja unisex de Gucci que nunca llegué a usar, no porque no quisiera, sino porque N me la arrebató, se puso un día su perfume, y ya jamás fue mía. Recuerdo que la trajo mi madre de Andorra, en las rebajas, que siempre pillan de casualidad, aunque sean rebajas de un día para otro y cuya duración puede ser de un máximo de 5 días o hasta agotar stock; la cuestión es que mi madre y mi hermana siempre se enteran, si hay rebajas de Gucci, Carolina Herrera, Armand Bassi, GF, Cavalli, etc, etc, etc... allí están ellas, si Andorra es barata en cuestión de vestiduras, las rebajas deben ser escandalosas y ellas tienen un sexto sentido para eso, pues se pierden, se pierden, o las pierden las rebajas y siempre se acuerdan de una.

Cuando esto ocurre siempre pienso en mi padre, ¿dónde se meterá en esos momentos? se lo pregunto entre risas, qué ha hecho mientras tanto, y él con una gran sonrisa y levantándose la manga me muestra su nuevo reloj... Es un fanático de los relojes, pasaría horas y horas mirando escaparates con mil relojes, uno por uno, y si le interesan, decidido va a preguntar dentro.

Creo que debería haber sido relojero: es capar de decirme a la legua, las marcas, los mecanismos, si el cronómetro está bien puesto y casi, casi hasta la aleación de la cadena.

Hubiera sido de los mejores en esta profesión y tremendamente feliz, mucho más de lo que lo ha sido con la que le tocó en suerte. Aún así, le dedica tiempo, en su taller, desmontando, limpiando, estudiando y montando de nuevo sus relojes, con sus mini lentes de aumento, insisitiendo una y otra vez para que no atrasen más de 5 segundos al día.

Me gusta tanto esa afición que tiene, que me pasaría horas viéndole y escuchándole hablar sobre el tema, y ponerle cara de asombro cuando me explica que por primera vez Rolex ha sacado relojes con correa de cuero renovando por fin esas cadenas doradas que tan bien etiquetan a una clase social y que al mismo tiempo limitan la difusión de la marca y sus ventas o me muestra el súmun de su colección, les da cuerda y los frota con Aladín para que siempre se puedan leer las dedicatorias e inscripciones que algunos llevan por detrás.

Todo esto me hace feliz,
aunque yo nunca llevo reloj.

1 comentario:

Anónimo dijo...

cuánta dulzura cuando hablas de tu padre...